Lo más peor es que “ca” día pagamos más socaliñas.
CARTAS INGENUAS - XLI
-26 /11/1932
Valdenegrete
y junio de 1932
Mi
siempre querido tío Agapito. Su carta me ha “colmao” de alegría, después de tan
largo espacio sin escribir y ya pasa su “enfermedaz”, que gracias a Dios no ha
consentío que liara “usté” el petate, que “entoavía” hace “usté” falta en este
mundo “pa” los suyos, y yo que lo vea.
“Agora”
“tié” “usté” que cuidarse y no hacer tonterías como el atracarse de almortas,
que le gustan mucho, pues son “indigestivas” y fuertes; así también le
recomiendo que haga caso de cuanto le mande el médico, que aunque te habrá
dicho que “pué” hacer “to” y comer de “tó”; también le habrá “mandao” que no
tome frío ni calor, ni esté al sol ni a la sombra, que no fume ni escupa, y no
coma de esto, ni de aquello, ni de lo de más allá, y sí cosas de alimento y con
poco vino, y poca agua, y poco de “tó”; lo cual que con estas cortapisas, “toa”
la “libertaz” que le da “pa” hacer cuanto quiera, queda reducida a bien poca
cosa, y “tié” razón “pa” decir que es como una ley de la defensa de la “saluz”,
que a la menor cosa mete “usté” la pata sin querer y ya la armamos otra vez. Y
“deste” modo no se pué vivir, que siempre se tiene la amenaza encima.
“Pa”
que voy a decirle de cuanto pasa en la España, si ya hemos “hablao” mucho cuando estuve en esa y es repetir de lo
“mesmo”, “pa” “golverse” “tarumba”.
Lo más “pior” es que “ca” día
pagamos mas socaliñas, unas nuevas y otras “aumentás”, hasta no poder más; y
llegará día en que tengamos que vender a los chicos, “pa” poder vivir los
padres, o vendernos nosotros, “pa” que vivan los chicos.
He “ajustao” cuentas de lo que
pago al Gobierno, y “usté” verá las cuentas que son éstas:
Por “contrebuiones” rústicas, “aumentá”
en un diez por ciento, “pa” que no haiga paraos y los hay más que “enantes”
357,04 pesetas al año; más la “contribución” urbano de las casas con 22,84
pesetas y la pecuaria de las caballerías 7,72. Después los consumos, que “agora”
llaman utilidades “pa” despistar, que me han “clavao” este año 32,30 pesetas; y
las cédulas mía y de mi mujer que “pa” “na” le sirve a 3,46 pesetas. Añada eso
de la Cámara Urbano (que no sé lo que es ni “pa” qué sirve) que han “inventao”,
y me sacaron un recibo de 1,75 pesetas; y lo del retiro obrero, “manque” yo no
tengo obreros y por más que reclamo no me vale, y me soplan sus 5,50 pesetas “tos”
los años; mas por vez primera me han
hecho hacerme del Seguro de accidentes agrícolas, que lo hacen obligatorio a la
fuerza, quieras o no, y que pago la “barbaridaz” de 145,14 pesetas. Suma “usté”
y resulta 555,75 pesetas; y dígame si esto de pagar de dos mil doscientos
reales un labrador de un par de mulas, es “pa” bailar de contento con el
Gobierno y con el “Menistro” de Hacienda que con un arao lo quisiera yo ver “pa”
que supiera lo que cuestan las cosas.
Y no para esto aquí, que está la
iguala del médico y del veterinario y la botica y el abono y el plazo de las
mulas y del cerdo (con perdón) y el fumar (que algún vicio “habemos” de tener)
y otros gastos más que nos ahogan y se llevan nuestro sudor. Y como esto siga “deste”
modo, va a haber que estudiar “pa” camaleón, aunque también pondrán “contribución”
al aire y a “tó”.
“Ansí” se hace la vida cuesta
arriba, y yo voy con los pantalones con culeras, los chicos “tos” remendaos, la mujer con una saya mal “apañá”, la casa de
mala manera y sin tener respiro “pa” “ná”.
Si esto sigue aumentando, yo me
hago de los guardias del salto, que ganan sus “güenos” cincuenta duros, van en
unos “cambriones” muy grandes, y no “tién” más que hacer que dar zurriagazos a “to”
el mundo, que yo “pa” esto sirvo, pues tengo fuerzas y soy bastante bruto, aunque
no está bien que lo diga.
Corto esta carta que se alarga mucho y se me va la pluma, y
con recuerdos a la tía, se despide de “usté”, con un “apretao” abrazo, su sobrino,
que le quiere con toda su alma.
Feliberto Castellanos
Del periódico EL DEFENSOR DE CUENCA, editado del año 1932 al 1936, dirigido
por Don Dimas de Madariaga, Diputado a Cortes. La transcripción ha sido
realizada por:
José María Rodríguez González. Profesor e investigador histórico.
Cuenca 24 de septiembre de 2015